domingo, 2 de marzo de 2008

"The Glory"

Eran casi las doce de la noche cuando llegamos a ese garito. Humo de juventud y rasca de pueblos perdidos en el infinito. En las afueras de Huelva, mejor dicho, un "puerta" nos daba el saludo por la llegada al "The Glory". Chapas con estrellas en solapas aferradas a chavalería rellenaban el ambiente pegajoso de cubatas vertidos. Rojillos comprometidos y algún que otro animado invertido... niñatos con sudaderas y quincalla variada bailaban en ese sitio con pleno orden que chocaba. Folletos, panfletos; Panfletos, folletos. Preservativos para capullos y lubricantes de pana por las manos volaban...

Y al fondo allí estabas.

Elevada cómo si el nombre en la entrada del bar lo hubieran colgado por ti. No sé que carajo decías con tus letras en inglés pero sonaba realmente bien. Atontados nos quedamos un rato, mirando desde abajo, entre copas, entre la gente que no escuchaba y que no dejaban ver. Bonito espectáculo estabas montando, bonito momento me estabas dedicando. Chica, me di cuenta de que tenías grabado el motivo de mi presencia en la hebilla de tu cadera y tus acordes -y algunas simetrías de tus compases- en las piernas.

Pero lo que no sabes es que antes de quedarme con tu voz, cuando llegara el momento del adiós, subiría al escenario quieto desde el escalón, ¡Eh! Sin moverme: -¡Hola!- Te diría -¡Hola! -Qué bien encontrarse contigo a solas, cómo cuando estás por casa enganchado a esa canción que pega de moda y que tanto te mola. ¿Curras siempre aquí entre afines canciones y sinfines Pampero-cola...?


-¿Por qué no me dices cuando sales?-Pensé. -Tengo que decirte algo: ¿Por qué no me cuentas cuantas líneas de pentágrama tiene tu pentaalma? ¿Por qué creo que me salvo de un desprecio de un cuarto un tercio y, sin rozar por tu respuesta, una sonrisa me aclama?

Y fue cuando bajaste tú:

-Me lo creo, -dijiste- cuenta conmigo.
Si quieres el teléfono,
apunta que te lo digo...

Y más sonrisas ahora mías. Mirando a los ojos me decías algo que no entendí. Esta vez no usaste palabras para complicarme la existencia más. Que extraño era todo en ese garito forrado de madera. ¡Qué calorcito de estilo medieval! ¡Qué mal gusto adornar con esculturas de porespán! Los hilos de algún titiritero movían bailes que no se quieren bailar. Que extraño fue cuando te dije que era tu voz lo que quería pintar.

Y tú:

-Me lo creo, -dijiste- cuenta conmigo.
Si quieres el teléfono,
apunta que te lo digo...

Son noches sueltas. Noches de idas, de venidas y de anárquicas revueltas. Noches de piquetes de argollas en las orejas y en el pelo, aguas oxigenadas. Camareras graciosonas riéndose de las quejas por poner con gracia las copas y con descaro, las mismas tan poco cargadas. Son noches que calan. Son noches que no sabes cuando acaban. Son noches que piensas: "¿Qué pasará si no la llamo? ¿Qué pasará si no me llama?"

-Me lo creo, -dijiste- cuenta conmigo.
Si quieres el teléfono,
apunta que te lo digo...

Eran casi las doce, la hora de las brujas... y yo en "The Glory".

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