jueves, 9 de octubre de 2008

La decadencia de Raúl o el final de nuestra infancia

Ya ves, se acaba. No todos los días puedes asistir a un final en directo, pero hoy sí. En esa palanca ortopédica en un gol que sirve para poco ves cómo se acaba una era.

Si preguntas qué idolatras, casi todo el mundo (la gente de bien al menos, los que me hablen del drimtim ni tienen mierda en las tripas) te dirán con un brillo en los ojos ¡El madrid de Valdano! ¡Laudrup! ¡RAUL!. Ni siquiera haber visto la segunda venida del mesías sobre Glasgow cambia las cosas. (¡Amavisca! ¡Zamorano!)

Pese a que todos nos hemos ido haciendo mayores en diferentes lugares, todos empezamos a ser conscientes de muchas cosas en ese año 1995 y todos, todos, encontramos la puerta cinco veces abierta a estos más de 10 años en el Bernabeu (¡Luis Enrique!).

Ahora, asistimos al declive. Hemos ido dejando cosas en el camino y vemos como en el momento de más gloria (El práter!) hay algo que quedó atrás, algo muy muy muy grande, algo que hace 10 años pensabamos que jamás se separaría de nosotros, pero claro, llegas ahí arriba y dices, sí, era necesario.

Ves como, en el momento de ponerse ese brazalete, las cosas empezaro a torcerse. Como el peso de la responsabilidad nos agría el carácter y nos hace llevar el look-mendigo por dentro o por fuera. Al fin y al cabo, esperar que las cosas no cambien es demasiado ingenuo, cada día llevamos más mierda encima y nos cuesta más volver a ilusionarnos.

En el fondo, quieres pensar que tienes la posibilidad de no romper con la inocencia, de seguir soñando con que tú también levantarás esa copa, pero claro, pasaron más de 10 años, probablemente a estas alturas soñar habrá bajado un 10% en Wall Street.