jueves, 18 de junio de 2009

ADIÓS

Me gustaría escribir otra cosa hoy, usar otras palabras o los mismos recursos expresivos de entradas pasadas, aquellas metáforas o rimas que tanto adornaron. Hoy ni siquiera estoy del todo decidido a escribir y mucho menos sé si debo publicar nada. El caso es que de todo lo que contaría hoy, me quedo con lo único que merece la pena y, aunque esté deseando abriros el corazón y dejaros ver lo que en él pasa, prefiero deciros adiós rotúndamente. Adiós a bajar de la montaña cada vez que me afixiaba arriba. Adiós a la presión de las alturas, a la presión de expresar sentimientos y adiós a compartir un pedazo de vida llenita de reflexiones que tanto me ha gustado vivir. Seguiré leyendo, eso seguro.
Adiós a una etapa llena de discordias en mi cabeza, en mis textos y en el aire que respiré mientras buscaba las palabras adecuadas. Adiós al daño que he podido provocar y a lo que se puede considerar efímero. Adiós porque nunca tuve tantas ganas de irme.
Por eso, igual que el fragmento de cuadro que decora el blog, el agua arrasadora que representa deja ahora de ornamentar para borrarme del grupo. Procuro dejar la única huella de la sinceridad perenne y una sonrisa para cada complicidad, para cada experiencia.
Todavía no es el momento pero no voy a seguir esperándolo. Por eso, adiós!

martes, 9 de junio de 2009

¿A qué saben los besos?

No se por qué, en las últimas semanas me siento frente al ordenador a intentar escribir algo sobre este remolino de sentimientos que se agolpan en mi cabeza. Pero ocurre algo y es que sólo alcanzo a escribir la primera frase, una frase que me dijeron: ¿a qué saben los besos?

Sería difícil poder saber a que saben los besos, ya que es un acto o un placer tan subjetivo como el mismo hecho de estar escribiendo esto. Solamente podría saber a qué saben mis besos, a qué saben mis mañanas y a qué saben las cosas que ni si quiera saben.


Es muy fácil creer en cuentos de hadas, es muy fácil soñar con ser una princesa con una larga trenza y hacer que el príncipe suba trepando hacia la torre, te rescate y te lleve a un mundo perfecto. Es muy fácil creer que tu vida es así o que quizás ese príncipe no existe, que no vendrá, que tú destino es acabar viajando al tártaro cada mañana.

Pero el destino puede cambiar, o mejor dicho, el destino puede llegar a ser el destino que tanto soñaste. Porque la vida puede sonreírte, porque el amor puede estar de tú lado o quizás porque participaste en el sorteo de las novias y novios guays y resultó que ese día fuiste tu la agraciada, porque ese día Cupido, cansado de andar por el Olimpo decidió usar sus flechas y dirigirlas hacía ti, o para ser más concretos, hacia mí.


No creo ni que yo misma pueda describir el contenido de mi amor, porque hay cosas que no se explican, más bien se dejan ver. ¿A qué saben los besos? Hoy me saben a que cada vez estás más cerca, hoy me saben a qué aunque esté amanecer no lo veamos juntos, mi mente, y mi cuerpo saben que serán muchos los que nos quedarán por ver.


¿A qué saben tus besos? Quizás los primeros me supieron a verano, a noche fugaz, pero el resto supo a terciopelo, a chocolate, a emoción, a ilusión, a cuidado. Los siguientes supieron a despedidas nostálgicas, a pasión, a placer, a proyectos, a viajes. Y desde entonces hasta ahora cada beso, cada caricia, cada paso que damos juntos dan sentido a mi vida. Porque mis oídos no pueden más que escuchar tu voz contando cosas como el porque del arco iris, porque mis ojos no pueden sino mirar tu sonrisa, porque mi piel no puede más que sentir cuando ni si quiera la rozas, porque mi olfato no puede más que oler tu aroma, y porque mi boca puede saber que eres el helado más dulce jamás creado.


Porque dentro de mí se encuentran los mayores deseos de amor que se hayan podido decir en todo el mundo. Pero, si tuviera que decir a que saben más mis besos, diría que saben a futuro. Porque por unos instantes quiero ser adivina y vaticinar que esto es y será un amor para toda la vida, porque verdaderamente lo siento, porque mi cuerpo solamente te reclama, porque mi alma ya es tuya. Porque mi corazón ha decidido quedarse a tu lado, implorarte cada noche, amarte eternamente.

Porque este proceso irreversible solo tiene un camino y es el de continuar la senda. Porque no puedo más que decir que te amo y que será para toda la vida, que te amo y que me veo en nuestra casa, con patitos y sauna.

Creo que nadie que haya vivido algo semejante podría llegar a saber lo que yo puedo sentir. Quizás sea esta una frase muy común entre los enamorados, aún así me quedo con ella, porque ni todo el amor que se siente es real ni todos los enamorados son correspondidos. ¿Y cómo se que realmente es amor verdadero? Pues sencillamente lo sé, lo siento de ese modo, y puede que la mayor razón sea porque confío en cada paso, porque cada detalle queda cuidado, porque es muy fácil decir lo que realmente uno piensa y saber que el otro responderá, porque sencillamente todo es perfecto.


Esa complicidad, esa sinceridad, esa pasión, escucha, comprensión, ese esperar con un cosquilleo cada reencuentro, esas despedidas llenas de lágrimas, ese pensar en el otro en cada instante, el saber que responderá y que estará ahí en cada momento. Todo eso y mucho más son las cosas que hacen que cada día yo te quiera más y que mis palabras sólo alcancen a decir te quiero mientras intento inventar una palabra nueva para definir mi gran amor.

martes, 10 de febrero de 2009

C1

¿De dónde vienes?
De dar una vuelta, por ahí, tenía que salir.
¿En autobús?
Me apetecía coger el C1 para revivir aquel tiempo pasado.

Circulaba de forma circular esa línea; un "gusano" articulado que se retorcía como si a romperse fuera en la primera esquina de María Auxiliadora, con los nuevos resaltos de Sta. Justa o en esa rotonda de carriles difíciles de Kansas City.

Siempre llegaba a su hora y siempre llegaba yo tarde a mi destino. ¿Porqué nunca me acostumbré a su reloj?

Hoy lo he vuelto a tomar, solo son veinte minutos mal contados de viaje, y me he vuelto a bajar en la última parada, en San Francisco Javier, a la altura de Empresariales, a la altura de Santa Joaquina de Vedruna.

Sentado en un banco esquinero y prolongando mi viaje sin más movimiento ahora que el de un "Huesito" desenvolviéndose en mi mano y unas canciones en mi iPod, noté que era tarde y que no habría niños de uniforme rondando cerca. Mejor, claro, porque no me gustaría que me vieran pensar en lo absurdo, en las miserias que el pasado deja para recordar, en las mentiras y en los bellos momentos... aglutinados entre ellos como una ensalada de McDonalds, fría y con esos trozos de ¿pollo? rebozados que contrastan en temperatura, en sabor y en lógica gastronómica.

Y allí estaba, allí, sí, cruzando la avenida, el Campus donde ilusos futuros empresarios, economistas, abogados y demás innecesarios levantadores del país, se espolvorean las axilas de incómodos folios de apuntes y de pañuelos palestinos el cuello, sin saber que su primer trabajo será una cafetería de carísimos cafés si papá no dice lo contrario.

Que cerca está el desengaño de un colegio de primaria. Un ignorante de las relaciones humanas. Que poco separa la sinceridad de un niño que acaba de llegar a la ESO de un futuro explotador de empleados, de un banquero sin escrúpulos o de un defensor de la ley que estudia la ley del menor y de la pederastia con los mismos ojos.

Que poco separa la ilusión de un recién llegado de la realidad a la que llegó.

Que junto está todo en la mente de un perdedor.

Se ve a lo lejos un C1. Siempre a su hora. Y yo me tengo que ir. Solo quería venir a este sitio a maldecirlo. A maldecirlo por su falta de aparcamiento siempre que decidía venir al trabajo en coche, por sus almuerzos acompañados, por sus almuerzos en soledad, por sus visitas relámpagos de amores tormentosos... por tener otro lugar que tantos recuerdos me traerá.

Y yo como siempre, sin bonobús.

domingo, 25 de enero de 2009

S/T

Hola mi amor:
Te escribo hoy,día largo de entre los más largos que he vivido,porque aún tengo razones para dedicarte un recuerdo,un paseo bajo nuestra luna y un millón de arrepentimientos.

Recuerdo cuando estabas entre mis brazos y me mirabas para no decir nada con sentido y sí con tanta sensibilidad. Recuerdo cuando te amaba sin pensar en nada más, cuando nos contábamos cosas sin usar cartas como esta... Hoy mi ánimo me ha obligado a escribirte y sé que también tú derramarás alguna que otra lágrima cuando lo leas, te conozco tan bien... No sabes lo que te echo de menos!

Sólo han pasado un par de meses y ya estoy así. La pasión fue solo el entrante del menú más caro de nuestro restaurante favorito y de ese menú te hartaste sin llegar a los postres... Amor mío, sabes que nunca llegaré a querer a nadie como a ti,que no te debiste haber ido.

No sabes lo que me divertía organizar por colores las piezas del puzzle que eras, darle la vuelta a las ideas que de ti no me gustaban, buscarte y decirte que estaba dispuesto a mezclar tus trozos con los míos. Sabes que eres todo para mi por tu respeto y tu sinceridad, por tu par de ojos que leen en el mar los mismos veranos que leo yo, por tu par de manos que tocan la misma arena que toco yo, por ese huesecito que tiembla cuando lo soplo... Por hacerme vivir el invierno más caluroso que nunca he vivido.

Ojalá hubiera sabido llegar, pero me perdí en el camino. Siento haber aparecido así de la nada, siento haberte liado más de la cuenta. Siento haber sentido tanto contigo.

Tu cuerpo desnudo se vestía con mis palabras sólo porque tenías la valentía de escucharlas, y el edredón se empapaba de sudor cuando tocaba sudar. Esas noches salpicadas en el calendario duraban menos minutos de lo normal. A veces nunca te fuiste y los días grandes de grandes amaneceres se arrepentían de haber amanecido porque te pillaban desnuda y se sonrojaban,de que color es sino un amanecer???

La tristeza me impide pensar en frío y sin embargo hace que en mi pecho tiemble un témpano de hielo que se cambió por mi corazón el día que me dije a mi mismo que era mejor olvidarte.

Aunque lo dudes, te quiero como se quieren los protagonistas de las películas en blanco y negro. Aunque lo dudes, te llevo en mi vida para siempre, siendo la exageración una mísera intrusa.

Aunque no te lo creas, seré siempre tuyo, mi amor.