lunes, 24 de marzo de 2008

Sistema de coordenadas,

"Tú eres demasiado inocente, hace demasiado tiempo que no encontraba alguien así", mientras sonreía su cabeza bullía pensando "No acabo de entender que eso sea malo", pero no lo dijo por miedo a que la contestación estandarizada "Ya lo entenderás con el tiempo". "Eres distinto, desprendes alegría contagiosa" , verso anterior, riff de guitarra y estribillo comercial (otra vez nos guardamos la contestación): "¿Entonces por qué esta cara?, sigo sin ver que sea malo, ¿no hay que ser asi?", "No dejes que el mundo te cambie, no pierdas esa visión", y ahí si lo sacó, con esa altanería que sale de vez en cuando: "No, no te preocupes, yo cambiaré el mundo, no él a mi". "no, no, no dejes que te hagan daño, sigue siendo así, tienes el don de mejorar a la gente, no pierdas esa inocencia".

miércoles, 12 de marzo de 2008

¿Dónde hemos quedado?


- ¡Seguid corriendo, creo que nos ha visto el viejo! – Dije, con la voz entrecortada por la falta de aliento, mientras corríamos calle abajo.
- Casi nos pilla, ¿pero tú no tenías que avisarnos?

- Si, ¡pero con tantos “credits” me emocioné!
- ¡Joder, es que hemos sacado 99 en el Tekken!
Cuando nos detuvimos, todos comenzamos a reír contemplando el pequeño grial que alguno de nosotros sostenía en la palma de la mano, extendida como si de una ofrenda divina se tratara. Al final de la calle, nos encontramos con los demás sentados en un banco, estaban planeando su siguiente paso a la madurez adulterada, esa de la que nosotros todavía hoy no hemos oído hablar.
- ¿Pero, de donde venís? -
Dijo uno de ellos, con una mirada que ya conocíamos.
- Pues, de los recreativos del Bahía, ¿de dónde va a ser si no?

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- ¿Va a amanecer, por qué una hora más?
- No lo sé, pero algo interesante puede ocurrir si esperamos.
- ¿Pero, en la acera sentados, que va a pasar?
- Ni idea, no depende sólo de nosotros.
- Vámonos para casa, aquí no hacemos nada, si ni siquiera me ha mirado.
- Antes les oí hablar, yo creo que les voy entendiendo.
- Eso es imposible, las mujeres son muy complicadas.
A los pocos minutos, y como si mi destino le empujara, ella apareció de entre la gente. Noté que su pulso estaba todavía controlado por la música.
- ¿Por qué no nos subimos? – Dijo.
- ¿Dónde estabas? – Contesté.
- En la Kronos, por supuesto.
- Y, ¿ya te has cansado de bailar?.
- No, pero es la hora justa.
- Vámonos entonces.

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-Mirad, yo creo que me voy haciendo mayor. – Contaba a mis primos mientras jugábamos a la videoconsola.
- ¡Qué dices, si haces las mismas tonterías de siempre! –
Contestaron entre risas.
- Ya, pero hay gente que no me conoce. - Puse el juego en “pause” y continué. - Por ejemplo, ayer, que hacía una tarde genial, el cielo en tonos violetas, acababa de pedir una jarra de cerveza y sonaba “Again” de Lenny Kravitz, creo. Una de esas tardes casi perfectas en las que tus amigos y el lugar te recuerdan que no todo es gris.
- ¡Eh, No te pongas sentimental!
- Vale, vale. Bueno, como os iba diciendo, una tarde guapa. De repente, cuando vuelvo a la mesa donde estábamos, una niña que vio mi silla vacía, se acerca a mí, todavía de píe, y me dice: “¿va usted a sentarse?”
- En ese momento, hubo un silencio.
- ¿Es que no os parece raro? - Pregunté extrañado. – Es la primera vez que me llaman usted.
- ¡Ah!
- ¿No vais a decir nada más?
- Y, ¿dónde te pasó eso?
- En la terraza del Bahía.

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Cada tarde, cada vez que paso por esa calle, veo a los mismos niños correr calle abajo, a los mismos adolescentes tirados en la acera intentando atrapar porqués, a nosotros mismos hoy, en un espejo cada vez más sincero y feroz. Entonces descuelgo el teléfono:
-¿Pero a ver, donde habíamos quedado? – Pregunto.
Y una voz tímida me responde:
- En el Bahía, que hay concierto, ¿no?

viernes, 7 de marzo de 2008

El corazón y la lentejuela

Llevo un tiempo pensando que me quedo sin letras que hablen de risas y sonrisas. Ha llovido mucho en tan poco tiempo por las autovías del misterio del amor y parece que el secreto que escribí con tinta indeleble ya se borró. Cuando conseguía pensar que era maravilloso el mundo de alrededor, esa dura materia real del fracaso irrumpía de lleno en mis constelaciones que dibujan montones de paisajes bonitos y lejanos. Me cortaba, como quien dice, el ritmo, las manos, la circulación y el paso.

Llevo un tiempo dando vueltas por este principio de locura que tanto capoteo con la muleta de la vida hecha significado surrealista. Pero se acabó. Ya se acabó. Renuncio a pensar que hay alguien escondido en la inmensidad de mi horizonte y por tanto visible bajo la luz del Sol del entero día perverso. Nublado de cielo raso, tan tangible y tan impredecible, el esperado ocaso busca ahora un predecible regreso.

Llevo un tiempo pensando que me estoy alejando de las ganas de reforzarme de asignaturas y cuestiones sobre el mundo del deseo en el que tanto peleo. En el que tanto peleaba. Ya no como, ni duermo, ni sueño lejos de la cama por algo que me impida hacerlo cuando con tantas ganas antes lo intentaba. Son las etapas que giran como obleas que odio consagrar. Son aquellos impulsos que odio asimilar. Son los tiempos en los que te escondes agazapado detrás de las lágrimas de almohadas que no cumplen con el deber de aconsejar. Son los tiempos que huyen despavoridos de un chico que quiere correr aún más rápido y ni siquiera puede andar...

Llevo un tiempo queriendo entender sobre los equilibrios de tantísimos "nosotros", deseando apagar este miedo a no querer fingir un malvivir. Y es ahora cuando llega la cita tan esperada. Llega tarde pero llega por fin.

No hay piedad en la guerra del amor. No hay culpables, no hay inocentes, no hay víctimas, ni cariño... ni amor sin rencor. No hay escudo de madera sin bayonetas en las emboscadas del sentimiento ni hojas de ideas severas grabadas en el doble filo de una espada. No hay resignados sin que perseveren ni presos a galope tendido en escapadas de sufrimiento. No hay locura sin sensatos ni doncellas que juegan con ventaja y contra pernada. Todo se acaba cuando deja de tener sentido buscarle los tres pies al gato. Todo se va cuando lloramos porque nada hace reír por nada.

Ni cuando siquiera le caes bien a tu abuela. Cuando lo que queda entre las cenizas es un corazón de plomo y una lentejuela.

Llevo un tiempo quedándome sin las letras que hablan de eso que tanto me gusta leer pero es que llevo un tiempo que no me creo del todo lo que leo.


...el soldadito de plomo, con su única pierna, navegaba en ese barco de papel calle abajo. Su rostro no expresaba temor...



Adaptación del cuento de H. C. Andersen: El Soldadito de Plomo.


jueves, 6 de marzo de 2008

Mi utopía

A golpes de retro-excavadora gigante, por fin conseguí despejar el camino. El que guía mi percepción del mundo real hasta el permisivo y desbordado guardia fronterizo que permitía el paso a cualquier experiencia, válida o no. Camuflada entre la morralla, acumulada con el tiempo, cualquier pantomima podía colarse para quedar alojada en mi mundo interior. Repito, he despejado lo que me adormece, no he sustituido mi criterio.

Ahora, después de aguardar el tiempo prudencial de rigor, tras comprobar que funciona, que estoy en plena forma, que soy capaz de afrontar con solvencia mis elecciones. Ahora solo pasa la frontera lo constructivo, lo que enseña. Ahora es el momento de desescombrar hasta descubrir los cimientos, mis principios.

Después de mucho tiempo, ya no me resisto a acuñar el término utopía a mi definición de mundo interior. Porque se que, estrictamente es irrealizable, materialmente no tendría sustento, y soy consciente de que dista mucho, en esencia, de la utopía de cualquier otra persona. Y sin embargo he repartido más visados que nunca, algunos indefinidos. No exijo profesar fervor, ningún tipo de nacionalismo… Solo quiero aliados que sin condiciones se acomoden estando de visita.

Contigo quiero hacerla compatible con ese mundo que no existe. Ese que entre tú y yo hacemos llamar real, el que definió Kant, hacia el que conduce el pragmatismo solemne que se atasca en tu boca. Del que, cada noche, nos vemos obligados a huir por aburrimiento porque no es capaz de albergar la mitad de las emociones compartidas.

Entonces ahí estás tú, ahora mi vecino porque me estás leyendo, mi huésped porque me comprenderás, mi más fiel verdugo. Fijas mis fronteras, pero no pones límites geográficos, ni políticos, ni culturales. Amenazas con armas nucleares y me agasajas con deudas condonadas; bipolarizas de forma visceral mi futuro, cada día un poco más.

Me he preparado a conciencia, descorchando estereotipos para estrellar amores platónicos en el borde de la última galaxia, hoy quiero escuchar lo más crudo. Estoy listo, no te preocupes, no es culpa tuya, nadie va a perder. Esto nunca fue un enfrentamiento, a lo sumo una provocación acobardada de un colegial con sus libros de texto todavía colgando de la espalda.

Tragos de cerveza que, a filo de machete, despejan dudas en épocas llenas de noches de descubridores y colonizadores. Patadas con saña a esferas vacías, hechas de piel, serrín y cemento y cosidas con hilo de marionetas, en fin de semana. Besos egoístas acostumbrados a perder y paseos por la linde del destierro. No pido más. Todo lo demás son despropósitos desenfocados que quemar en la hoguera que agoniza entre nuestras piernas.

domingo, 2 de marzo de 2008

"The Glory"

Eran casi las doce de la noche cuando llegamos a ese garito. Humo de juventud y rasca de pueblos perdidos en el infinito. En las afueras de Huelva, mejor dicho, un "puerta" nos daba el saludo por la llegada al "The Glory". Chapas con estrellas en solapas aferradas a chavalería rellenaban el ambiente pegajoso de cubatas vertidos. Rojillos comprometidos y algún que otro animado invertido... niñatos con sudaderas y quincalla variada bailaban en ese sitio con pleno orden que chocaba. Folletos, panfletos; Panfletos, folletos. Preservativos para capullos y lubricantes de pana por las manos volaban...

Y al fondo allí estabas.

Elevada cómo si el nombre en la entrada del bar lo hubieran colgado por ti. No sé que carajo decías con tus letras en inglés pero sonaba realmente bien. Atontados nos quedamos un rato, mirando desde abajo, entre copas, entre la gente que no escuchaba y que no dejaban ver. Bonito espectáculo estabas montando, bonito momento me estabas dedicando. Chica, me di cuenta de que tenías grabado el motivo de mi presencia en la hebilla de tu cadera y tus acordes -y algunas simetrías de tus compases- en las piernas.

Pero lo que no sabes es que antes de quedarme con tu voz, cuando llegara el momento del adiós, subiría al escenario quieto desde el escalón, ¡Eh! Sin moverme: -¡Hola!- Te diría -¡Hola! -Qué bien encontrarse contigo a solas, cómo cuando estás por casa enganchado a esa canción que pega de moda y que tanto te mola. ¿Curras siempre aquí entre afines canciones y sinfines Pampero-cola...?


-¿Por qué no me dices cuando sales?-Pensé. -Tengo que decirte algo: ¿Por qué no me cuentas cuantas líneas de pentágrama tiene tu pentaalma? ¿Por qué creo que me salvo de un desprecio de un cuarto un tercio y, sin rozar por tu respuesta, una sonrisa me aclama?

Y fue cuando bajaste tú:

-Me lo creo, -dijiste- cuenta conmigo.
Si quieres el teléfono,
apunta que te lo digo...

Y más sonrisas ahora mías. Mirando a los ojos me decías algo que no entendí. Esta vez no usaste palabras para complicarme la existencia más. Que extraño era todo en ese garito forrado de madera. ¡Qué calorcito de estilo medieval! ¡Qué mal gusto adornar con esculturas de porespán! Los hilos de algún titiritero movían bailes que no se quieren bailar. Que extraño fue cuando te dije que era tu voz lo que quería pintar.

Y tú:

-Me lo creo, -dijiste- cuenta conmigo.
Si quieres el teléfono,
apunta que te lo digo...

Son noches sueltas. Noches de idas, de venidas y de anárquicas revueltas. Noches de piquetes de argollas en las orejas y en el pelo, aguas oxigenadas. Camareras graciosonas riéndose de las quejas por poner con gracia las copas y con descaro, las mismas tan poco cargadas. Son noches que calan. Son noches que no sabes cuando acaban. Son noches que piensas: "¿Qué pasará si no la llamo? ¿Qué pasará si no me llama?"

-Me lo creo, -dijiste- cuenta conmigo.
Si quieres el teléfono,
apunta que te lo digo...

Eran casi las doce, la hora de las brujas... y yo en "The Glory".