viernes, 7 de marzo de 2008

El corazón y la lentejuela

Llevo un tiempo pensando que me quedo sin letras que hablen de risas y sonrisas. Ha llovido mucho en tan poco tiempo por las autovías del misterio del amor y parece que el secreto que escribí con tinta indeleble ya se borró. Cuando conseguía pensar que era maravilloso el mundo de alrededor, esa dura materia real del fracaso irrumpía de lleno en mis constelaciones que dibujan montones de paisajes bonitos y lejanos. Me cortaba, como quien dice, el ritmo, las manos, la circulación y el paso.

Llevo un tiempo dando vueltas por este principio de locura que tanto capoteo con la muleta de la vida hecha significado surrealista. Pero se acabó. Ya se acabó. Renuncio a pensar que hay alguien escondido en la inmensidad de mi horizonte y por tanto visible bajo la luz del Sol del entero día perverso. Nublado de cielo raso, tan tangible y tan impredecible, el esperado ocaso busca ahora un predecible regreso.

Llevo un tiempo pensando que me estoy alejando de las ganas de reforzarme de asignaturas y cuestiones sobre el mundo del deseo en el que tanto peleo. En el que tanto peleaba. Ya no como, ni duermo, ni sueño lejos de la cama por algo que me impida hacerlo cuando con tantas ganas antes lo intentaba. Son las etapas que giran como obleas que odio consagrar. Son aquellos impulsos que odio asimilar. Son los tiempos en los que te escondes agazapado detrás de las lágrimas de almohadas que no cumplen con el deber de aconsejar. Son los tiempos que huyen despavoridos de un chico que quiere correr aún más rápido y ni siquiera puede andar...

Llevo un tiempo queriendo entender sobre los equilibrios de tantísimos "nosotros", deseando apagar este miedo a no querer fingir un malvivir. Y es ahora cuando llega la cita tan esperada. Llega tarde pero llega por fin.

No hay piedad en la guerra del amor. No hay culpables, no hay inocentes, no hay víctimas, ni cariño... ni amor sin rencor. No hay escudo de madera sin bayonetas en las emboscadas del sentimiento ni hojas de ideas severas grabadas en el doble filo de una espada. No hay resignados sin que perseveren ni presos a galope tendido en escapadas de sufrimiento. No hay locura sin sensatos ni doncellas que juegan con ventaja y contra pernada. Todo se acaba cuando deja de tener sentido buscarle los tres pies al gato. Todo se va cuando lloramos porque nada hace reír por nada.

Ni cuando siquiera le caes bien a tu abuela. Cuando lo que queda entre las cenizas es un corazón de plomo y una lentejuela.

Llevo un tiempo quedándome sin las letras que hablan de eso que tanto me gusta leer pero es que llevo un tiempo que no me creo del todo lo que leo.


...el soldadito de plomo, con su única pierna, navegaba en ese barco de papel calle abajo. Su rostro no expresaba temor...



Adaptación del cuento de H. C. Andersen: El Soldadito de Plomo.


1 comentario:

Efe1con4 dijo...

David Rey Puerto, ¿Tú de que eres más?
Es que hay que elegir?
Pues me temo que si, yo que te entiendo bien lo que dices, te insto a hacer lo que muy probablemente haré en breve, es decir perderse en un mar de bragas entre graves de discoteca. Es lo mejor...entre tanta braga seguro que hay alguna que te gusta como huele, pero no nos engañemos, su olor no es como el de un perfume, si acaso un pequeño espacio temporal, pero después llegan los palominos, porque aunque no lo parezca las guapas también se tiran pedos. Los primeros días serán bragas coloridas... pero que te voy a decir que no sepas...
De todas formas , el onanismo esta muy mal visto, pero es cojonudo.
UN abrazo

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