miércoles, 16 de julio de 2008

Ready?


Vivir, que vida vivir, que vida esta que nos queda por vivir, hasta morir, cuando morir al final de vivir no es más que decir: ¿para qué morir si lo que menos he hecho ha sido vivir?

Hoy pensé en qué me toca, en qué baso mi tiempo. Hoy pienso en mi muerte, en mi día último, en mi momento último. Hoy pienso, como muchos lo harán, en que todo se acaba en algún momento; que no hay máquina que corrija eso. Hoy pienso en qué es lo que no habré hecho cuando llegue ese día. Hoy pienso en la locura, en el devenir, en el ir sin destino, sin sentido, en el dinero y en el pelo engominado... en el "¿cómo será?

Hoy voy a salir a la calle, bueno primero dormiré un rato, luego saldré, si viene que me pille ocupado. Cuando sea pero ocupado.

martes, 1 de julio de 2008

Soy el número 10



A veces, soñar no es más placentero que una tarde contigo. Otras veces, tu presencia se convierte en la peor de mis pesadillas. Hay tardes en las que en el mundo no cabe mi ambición, y hay noches tan vacías que salir no sirve ni para encontrar mi propio eco.

Hace unos días, de camino a la universidad, vi a un chico que vestía una camiseta de la selección de Escocia. De repente, un montón de recuerdos colapsaron mi cerebro por momentos: El Trio, el 16 – 6, las de la Charca, el pedal de Luis, ¿parece que hay fuego en la formación?, ¡soy Terminator!, ¡Puta!, ¡Agu, es a la derecha!... y todas las que se me olvidan.

Alguno de nosotros siempre añora tiempos pasados, no somos reticentes al revivir algunas experiencias que han construido nuestra relación, nuestra personalidad.

Y por mi parte tengo que decir que, por fin encontré mis vaqueros favoritos, aquellos que perdí hace meses. Podría hablar de la ilusión que me hizo el mero hecho de recuperarlos, o de la altísima montaña de perjuras, maldiciones y lamentos que se adueñaron de mi lado pesimista instantes después. Podría jurar que todo aquello cambió mi percepción, que me planté y me prometí que ya no más, que no volvería a caer. Podría hacerlo, pero es que esto ya lo conocéis. Os ha pasado a cada uno de vosotros, a todos nos pasa. Los intervalos son de distinta duración, individuales. Las conclusiones son subjetivas.

He descubierto que hay un miedo, subyacente, aún más grande que el original. Es el vértigo a ver que han cambiado (o se han reedificado) nuestros ideales.
Es una sensación extraña de desamparo y desprotección, desconcertante por momentos, pero pasajera.

Después de esta reflexión, si perdemos la amistad, ¿se desmorona todo lo construido?, ¿Qué perdemos, entonces, en realidad?
Perdemos esa fuente de conocimiento en concreto. Sin embargo, en mayor o menor medida, hemos aprendido a interpretar y a ver la vida con otra óptica. Eso se queda con nosotros.

No podemos negar lo que somos. No, cuando nos alimentamos de lo vivido. Quizá pases por mi lado y pienses en el tiempo que hace que no nos hablamos. O quizá, al pasar por mi lado, pienses en el día en el que nos conocimos. Ya ves, aunque nos empeñemos, algunos recuerdos son indelebles.